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Recital poético musical y fotolibro enmarcaron ambiente nocturno en San Francisquito

  • Foto del escritor: Cupi UAQ
    Cupi UAQ
  • 23 feb
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 27 feb

El barrio fue parte de las actividades en la decimoprimera edición del Festival de Lengua, Arte y Cultura Otomí (FLACO)


Texto y fotos: Ximena Bobadilla





“Él es dios” fue una de las frases que resonaron el 20 de febrero en el barrio de San Francisquito, pues la propiedad de Desiderio Däxuni, conocida también como “Casa del gran corazón”, fue el lugar de reunión para la comunidad indígena otomí y habitantes del barrio.


Al atardecer, David Steck, Fátima Santamaría y Desiderio Däxuni se juntaron para presentar el libro “Cuando florece la luz”, un fotolibro que recopila testimonios, vivencias y recuerdos de festividades del grupo de danzantes concheros de la región de Querétaro. Incluye fotografías hechas por David Steck y poesía redactada por Desiderio Däxuni.


“Son dos lenguajes que juegan en armonía y equilibro: el lenguaje de la fotografía capta emociones que se quedan suspendidas en el tiempo […] el texto es un impacto emocional que juega con la metáfora”, consideraron.


Uno de los elementos que se hicieron presentes fue la comunidad, pues durante toda la tarde y noche, las personas del barrio, al escuchar palabras como “Danzantes concheros” o “San Francisquito”, respondían con las frases “Él es dios” y “Viva el barrio”.


La comunidad indígena otomí visibilizó que está presente al interior de las calles de Querétaro y el barrio.

Una vez finalizada la presentación, Itzel Rodríguez Macías, Marcela Dovalí y Desiderio Däxuni, comenzaron el Recital Poético Musical, que fue en tributo a Doña Rosita Martínez y, casi en su totalidad, a capella y guiado por Desiderio, quien mantiene vivo el habla del otomí en su día a día.


Un danzante conchero se hizo presente a lo lejos de la calle, con lo que parecía ser un penacho, y pulseras sonajeros en manos y pies que retumbaban a cada paso.


Así se realizó la inauguración del mural de la “Casa del Gran corazón”, recinto que es en homenaje a Nana Rosita Martínez, una mujer otomí guardiana de los cantos, danzas y la tradición conchera.


Infografías: Mario Ortega


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